Adiós al sofá

Revolución ciudadana en Túnez. Foto: Gwenael Piaser, flickr.

Estas últimas semanas están siendo bastante frenéticas en cuanto a acontecimientos informativos se refiere: Las revueltas en Túnez que han acabado derrocando al Gobierno, el estreno de las famosas traducciones simultáneas de las lenguas cooficiales en el Senado (cámara que todavía no sé para qué diantres sirve, para qué la mantenemos), las pensiones de los Diputados, la reforma de las nuestras, aumentando la edad de jubilación, la inyección de otros 20000 millones de euros por parte del Gobierno Español a la banca (tócate los coj..), la dichosa Ley ‘Sinde’, o las revueltas que están siguiendo a la de Túnez, en Líbano o Egipto.

Todos tienen una opinión sobre estos acontecimientos, pero, después de ‘vomitar’ su opinión en una red social, en el bar, en el trabajo, o en casa, descansan y a otra cosa, hasta el siguiente comentario crítico vomitado que se producirá en horas, días, o semanas. Y así una, y otra, y otra, y otra vez. Pero nada cambia, esos políticos que tanto critican siguen ahí, esas leyes que tanto criticaron se aprobaron, y todo, todo, así.

No tengo tiempo (ni ganas) de ir uno por uno mirando cuántos años llevan cada uno de los 350 Diputados de esta legislatura en política, pero estoy seguro que si lo hiciese, el resultado no daría menos de 15 años de media ocupando alguna responsabilidad pública y muchos más con el carnet de su partido político correspondiente. Si calculásemos la media de edad de nuestros representantes, andaría por los 50, o incluso más. Todos son mayores de edad y tienen un historial limpio de antecedentes penales. Poco más se pide para aspirar a ser Diputado en el Congreso, Senado, en cualquier cámara autonómica, o en cualquier Pleno Municipal como Concejal. Ni estudios específicos o un currículum brillante (aspecto del que hablé en el post que está justo debajo de éste), ni medir 1,90, ni ser rubio de ojos azules.

Cualquiera de nosotros, como ciudadanos, estamos legitimados para criticar a nuestros políticos, faltaría más en un Estado democrático como este, pero, un porcentaje tremendamente minúsculo de todos los ciudadanos que critican, con mayor o menos intensidad, hacen algo para cambiar lo que no les gusta, o para aportar su visión/opinión personal sobre lo que están criticando.

Finlandia, un Estado de tan sólo 5 millones de habitantes, tiene 15 millones de voluntarios, socios, activistas en asociaciones de diversa índole, políticas, juveniles, ONG…esto quiere decir que cada finlandés participa en una media de 3 asociaciones. ¿En España? No llega al 18% las personas que participen o hayan participado en alguna asociación como voluntarios, según datos de la Plataforma Española del Voluntariado. Da que pensar.

Salvo en Catalunya, Euskadi, y en menor medida en Cantabria, el resto de autonomías, al igual que el Gobierno central, ha sido (y no tiene mucha pinta de que vaya a cambiar a corto plazo) totalmente bicolor. Unas veces azul (PP), otras rojo (PSOE). Nada más, las demás opciones no cuentan, poco nos importan.

En estos últimos años sólo se han creado dos nuevas formaciones políticas a nivel autonómico o nacional (dejando de lado Catalunya, que ha crecido de una manera muy rica tanto los partidos creados como los que finalmente disfrutan de representación en el Parlament): Unión, Progreso, y Democracia (UPyD), y Foro Asturias. Los dos fundados y liderados alrededor de un político con una salida de su anterior partido no exenta de polémica. Nada más, nadie da el paso (salvando la próxima formación ‘Equo’, liderada por el exPresidente de Greenpeace en España, Juan López de Uralde), nadie tiene ganas o compromiso suficiente.

La política en este país está sumamente desprestigiada (gran parte de culpa de que esto sea así la tienen nuestros actuales políticos), es algo que todos o casi todos percibimos, y lo manifestamos con nuestras discusiones en esos cafés, bares, en casa, en las cenas familiares…pero no lo manifestamos como deberíamos, no salimos a la calle para protestar por lo que están haciendo con nuestras pensiones,  con nuestro sistema educativo, con el paro, con mil y una cosas. La única Huelga General hasta ahora convocada en estos últimos años fue bastante descafeinada, en gran parte porque la gente tampoco confía ya (y con razón) en los Sindicatos.

Ambas partes debemos cambiar. Por un lado los políticos: deben escuchar al ciudadano como representantes de éstos que son, el ejemplo más claro de que esto no lo están haciendo bien es la Ley ‘Sinde’, que será sancionada sin haber escuchado la opinión de ciudadanos que, principalmente mediante el uso de las redes sociales, quisieron hacerse oír y dar su punto de vista y ofrecer sus sugerencias. Es imposible sentarnos a todos en el Congreso a debatir, pero actualmente existen sistemas como las consultas ciudadanas que tan bien utiliza la Comisión Europea antes de legislar o discutir algo, y que podría servir perfectamente en España.

Por otro lado, los ciudadanos: la participación en elecciones cada día es más baja, siendo el principal sistema que tenemos para elegir a nuestros representantes y no lo aprovechamos, lo mismo en partidos políticos o demás asociaciones, grupos…no hay compromiso. Participación, participación, y participación. Eso es lo que falta. No se puede criticar todo desde el sofá sin ofrecer una alternativa a lo que se critica, cualquier ciudadano puede cambiar desde su calle o barrio hasta el mundo si se asocia con otros, si propone nuevas ideas, si mejora las existentes. Sólo así se consiguen las cosas, y para ello no es necesario ser político (aunque si realmente tienes esa vocación no deberías dudarlo), el mejor ejemplo de todo esto lo tenemos en el mundo árabe, con todas las revueltas que están surgiendo últimamente, en Túnez los ciudadanos no aguantaban más años de dictadura y se echaron a la calle en masa, provocando la caída de su Gobierno, en el poder 23 años. Egipto (con Hosni Mubarak en el cargo desde hace 30 años) parece ser el siguiente.

Si los ciudadanos nos asociáramos y lucháramos por cualquier causa, sea lo grande que sea, acabaríamos consiguiendo lo que nos propusiéramos, sólo hace falta dejar el sofá!!

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2 Respuestas a “Adiós al sofá

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