Hoy, Diada de Sant Jordi y Día Internacional del Libro, se han vendido millones de libros en toda España, entre ellos, el libro de no ficción más vendido (al menos en Catalunya, según el Gremi de Llibreters) ha sido, tanto en catalán como en español, ‘¡Indignáos!/Indigneu-vos!’ del francés Stéphane Hessel. Muchos medios de comunicación reflejan este dato y apuntan que ‘invita a reflexionar’ esta noticia. Estoy de acuerdo, invita a reflexionar, pero creo que no en el mismo sentido en el que imagino parece que apuntan los medios.
Creo que no es una mala noticia, pero se debe coger con pinzas. Personalmente me preocupa y mucho que la gente, especialmente los jóvenes, necesiten un escrito de un Diplomático de 93 años(¡!) para que reflexionen sobre lo que está pasando, para que se ‘indignen’ o ‘reaccionen’. Me preocupa, porque muchos de los lectores que hoy han comprado el libro de Hessel, después de leerlo, continuarán haciendo su vida de manera idéntica a como la llevaban haciendo antes de sumergirse en la lectura del pequeño apunte del Diplomático francés. Me preocupa, porque esa lectura no cambiará nada en las vidas ni en la forma de ser, comportarse o actuar del 99,5% de la gente.
Los jóvenes lo tenemos más fácil que nunca para, una vez ‘indignados’, ponernos a trabajar y a luchar por cambiar las cosas. Es más fácil que nunca crear una asociación o unirse a una, hacer voluntariado en una ONG (tanto en nuestra ciudad o región, como fuera de nuestro país, gracias al Servicio de Voluntariado Europeo), fundar o afiliarse a un partido político, participar en la toma de decisiones incluso, en las instituciones europeas, gracias a nuevos instrumentos como la Iniciativa Ciudadana Europea.
Sólo hace falta despertar de una vez (ya lo dije en un artículo en el diario El País hace unos meses), lo dije también en unos cuantos posts más abajo cuando los jóvenes tunecinos iniciaron un cambio histórico en el mundo árabe e islámico que aún continúa, sólo hace falta dejar el libro en la mesita de noche, salir de casa y actuar.
El panfleto está muy bien, es directo e incisivo, pero a mí lo que me indigna es su corto recorrido, y esto es lo que casi lo covierte en un timo. Al final la buena voluntad de Hessel al escribir las páginas de ¡Indignaos! se convierte en tinta seca, en un panfleto indignante que no ve su objetivo cumplido, sólo son ingresos para su autor y los intermediarios editoriales, que de haber verdadera revolución no estarían haciendo caja con estos librinos.
Yo no quiero más panfletos, quiero una corriente enorme de fuerza y entusiasmo humano que termine con todo lo sucio que apesta y que ahora nos tragamos tapándonos la nariz. Aunque lo más responsable es no perder la esperanza, no dejarse abatir, hay que saber urdirse el manto de ilusión que nos llene de aliento cada día, desde nuestra pequeñez.
Tengo subrayadas varias frases del panfleto revolucionario de Hessel, en rojo:
«El terrorismo no es eficaz. En la noción de eficacia es necesaria una esperanza no violenta. De existir una esperanza violenta, ésta se encuentra en la poesía de Guillaume Apolinaire; «Qué violenta es la esperanza»; pero no en política. Sartre, en marzo de 1980, a tres semanas de su muerte, declaraba: «Hay que intentar explicar por qué el mundo actual, que es horrible, no es más que un momento en el largo desarrollo histórico, que la esperanza ha sido siempre una de las fuerzas dominantes de las revoluciones y de las insurrecciones, y cómo todavía siento la esperanza como mi concepción de porvenir».
Más poesía, más filosofía para el mundo, más humanidad, más cooperación, más inteligencia… Y menos telebasura, grandeshermanos, periodistas sangrantes, tiburones, ratas, trepas, políticos miopes y engañabobos… Como decía Joaquín Sabina en una de sus canciones: «Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena».