Ya ha empezado la campaña electoral que durante dos semanas copará gran parte de la información de actualidad del país, invasiones de carteles, banderolas y pósters en marquesinas, autobuses, y demás espacios informativos en todos los municipios españoles. Y como protagonista principal de la campaña están los mítines. Candidatos y líderes o personajes mediáticos de los distintos partidos que se subirán al atril a pegar gritos ante polideportivos llenos de simpatizantes que les aclamarán fervorosamente a todo lo que se diga desde esos atriles, y que agitarán su banderita como si no hubiera mañana.
Nunca me gustaron los mítines. Los políticos (candidatos o no) utilizan la gran mayoría de ellos para criticar y criticar a la oposición sin centrarse en lo que deberían, que no es en otra cosa que en presentar sus propuestas, sus ideas, su plan si alcanzan el objetivo de la presidencia o la alcaldía. Lo hacen constantemente, pero en tiempo de campaña electoral el ataque al contrario se incrementa enormemente. Es el gran problema de nuestros políticos, la mayoría de las veces parecen más preocupados por lo que les dice o les deja de decir la oposición y por contestarles, que por gobernar o ofrecer una alternativa sólida y seria. En las pasadas elecciones al Parlamento Europeo desde los dos principales partidos del país el 95% de la campaña se habló de todo menos de Europa. La campaña se centraba en las descalificaciones entre ambos, en el ‘pues tú más’. Dos años después llegamos a las elecciones municipales y autonómicas, y la cosa pinta exactamente igual que ocurrió en 2009.
Pero si esto ya es preocupante de por sí, me parece todavía más preocupante el hecho de que los jóvenes hagan exactamente lo mismo, imiten y entren en el mismo juego absurdo que sus mayores. Llevo años pasando vergüenza ante las campañas que presentan las juventudes de estos dos principales partidos, tanto Nuevas Generaciones del Partido Popular como Juventudes Socialistas de España. Campañas ridículas, infantiles, absurdas y carecentes de sentido, que sólo buscan la descalificación y el odio hacia el otro ‘bando’.
Ejemplos estos últimos años podemos sacar decenas de ellos, entre los más indignantes campañas como la de las Nuevas Generaciones del PP de Salamanca, animando a echar de casa a los padres que voten al PSOE, o la de JSE en las pasadas elecciones europeas, comparando al líder de los eurodiputados populares españoles, Mayor Oreja, con el Che Guevara, o las de los jóvenes populares en León con sus sellos de traidores sobre la foto de diputados socialistas leoneses, los socialistas con su vídeo emulando al conocido concurso televisivo ‘Pasapalabra’ con un claro mensaje de descalificación hacia el personaje que interpreta a un joven de NNGG, o los jóvenes populares haciendo mofa del Lehendakari Ibarretxe. La última perla viene de la mano de NNGG de la Comunidad de Madrid esta misma semana. Campañas que en algunos casos han sido incluso denunciadas, como ocurrió con la campaña de captación de afiliados de NNGG de la Comunidad de Madrid, usando a la imagen de una mujer sin libertad de expresión como ejemplo de joven socialista o la de Juventudes Socialistas de Andalucía, promoviendo el uso de anticonceptivos mediante juegos de palabras ofensivos para la Iglesia Católica.
Todas ellas campañas absolutamente vergonzosas, que no aportan nada ni al joven votante ni al debate político en general, más que polémica y tensión innecesaria. Me gustaría que un día las Juventudes de estos partidos se dedicasen a hacer campaña para defender los intereses de los jóvenes, para asegurarse que sus partidos apuestan por la juventud en sus programas, para combatir los distintos problemas que se nos presentan a los jóvenes españoles, como la vivienda, la educación, el empleo, etc. Basta ya de estas idioteces, basta ya de que nuestra clase política estén continuamente discutiendo entre ellos y de que el Congreso de los Diputados o el Senado parezcan sendos recreos de colegio, con tanto grito y burla. Los jóvenes de los diferentes partidos tienen la oportunidad de cambiar esto, y por lo que parece, de momento están desaprovechando esa gran oportunidad.