He de decir que celebro que al fin (ya era hora) una parte de los jóvenes españoles despertase y se diese cuenta de que hacen falta reformas, ya que España lleva unos años bordeando el precipicio. Ciertamente me alegro. El problema está en el cómo se ha despertado y cómo se va a mantener despierta.
Salir a la calle y acampar en ella no es una solución a ninguno de los problemas que tenemos los ciudadanos, seamos o no jóvenes. Puede ser una manera de mostrar indignación, pero con el simple hecho de salir a la calle y gritar no se llega a ningún sitio. Hacen falta propuestas, propuestas meditadas, debatidas, analizadas, y hace falta luchar por llevar a cabo esas propuestas, propuestas que deben mantener un mínimo de coherencia, punto importante, ya que entre los distintos ‘manifiestos’ que van circulando por ahí figuran algunas propuestas de lo más utópicas. El solo lema bajo el que se inició todo esto me parece desacertado: ‘Democracia real ya’. Y esto qué narices es? Esto ya es una democracia, desde luego que tendrá que mejorar, pero nosotros ya vivimos en democracia.
A partir de ahí no me voy a parar a analizar las diferentes propuestas y reivindicaciones, ruina imponente lo hace tan bien que poco más tengo que añadir al respecto.
Muchos de los que hoy están ‘indignados’ movilizándose en distintas ciudades de España o en otros puntos de la UE, aseguran estar cansados de que su voz sólo se escuche cada cuatro años. Bien, este punto me enerva especialmente, ya que quién se queja de que sólo puede participar en la vida democrática del país cada cuatro años es porque no tiene idea alguna ni interés por saber que existen mil y una maneras de participar más allá de depositando una papeleta en una urna cada legislatura. Estoy harto de repetir la gran cantidad de opciones que tenemos los jóvenes de participar e intentar cambiar las cosas. Uno puede participar en una asociación juvenil (o de cualquier otra índole), en un partido político, en una ONG, plataforma, etc, etc, etc. Incluso si ninguno de todos estos movimientos es de su agrado, puede crear una asociación, plataforma, o partido político sin la mayor dificultad más allá de la poca que supondría juntarse unos pocos. redactar unos estatutos y registrarse legalmente. Todavía yendo más lejos, si ninguna de estas opciones te convence pero quisieras influir en uno o varios aspectos concretos, proponer o trabajar por un cambio, existen instrumentos como la Iniciativa Legislativa Ciudadana (recordad cómo un grupo de ciudadanos consiguió que el Parlament de Catalunya prohibiese las corridas de Toros, por ejemplo), o la Iniciativa Ciudadana Europea, de la que ya hablé por aquí varias veces.
Otro aspecto que me llama especialmente la atención es el de las quejas por el bipartidismo. Todo el mundo se queja, se disgusta por el bipartidismo pero la realidad esta ahí, en forma de número de votos. Creo que cuando uno se dispone a coger la papeleta para votar tiene en la mesa más de dos papeletas, nadie obliga a nadie a que se vote al PP o al PSOE. Este es quizás uno de los aspectos más fáciles de solucionar, pero en lugar de estar cerca de ello la solución parece alejarse, a juzgar por los distintos sondeos que dan victorias aún más aplastantes al PP en la Comunitat Valenciana (sí, a ese tal Francisco Camps del que todo el mundo habla) o en la Comunidad de Madrid, por poner dos ejemplos conocidos.
Incluso uno podría plantearse cambiar un partido político trabajándolo desde dentro, Roger Senserrich lo insinúa de una manera muy astuta en twitter, al igual que Alberto Martín.
Resumiendo: Está bien que la gente se indigne y salga a la calle, pero no se puede esperar cambiar cosas importantes con el mero hecho de una manifestación o de una acampada. Reformas de este tamaño llevan tiempo pero sobre todo trabajo, y ese trabajo se hace desde la participación ciudadana y los instrumentos que componen ésta (como recuerda el Consejo de la Juventud de España en un comunicado). De lo contrario estas movilizaciones correrán el riesgo de caer en el olvido. De ser algo bonito mientras duró.
PD: Todo lo que sea comparar la Puerta del Sol con Tahrir Sq., o las revueltas en los países árabes e islámicos con el caso español, es, ya no solo pecar de la más absoluta ignorancia y desconocimiento por la situación en esos países, si no una auténtica burrada sin sentido y una falta de respeto enorme hacia gente que está arriesgando su vida por un país estable y democrático para los que vengan detrás. Seamos conscientes de ello, por favor.
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Pues no vivimos en el mismo país, evidentemente. Tú llamas democracia a órganos apenas consultivos (una asociación), y no al derecho de los ciudadanos a decidir sobre temas de su interés. Si te pasa una autopista por delante de casa, te enteras cuando alguien lo decide a oscuras, una semana para alegar y hasta nunca. Es un ejemplo de la falta de democracia y de la incapacidad del ciudadano para formular propuestas ni alternativas: queda una manifestación y poco más. El bipartidismo, como cualquier politólogo sabe, no sólo depende de a quién se vota sino de la distribución de los distritos electorales y del método matemático para convertir votos en escaños.