A pesar de lo que generalmente se piensa, una mayor inversión (escrupulosamente gasto público, aunque en este caso es una inversión en futuro) en educación no siempre va acompañada de mejores resultados en cuanto a rendimiento académico se refiere.
En el gráfico de arriba he comparado el porcentaje del total de gasto público que destinaban los países que forman la OCDE a educación en 2008, lo que nos puede dar una idea de la dimensión del gasto en educación por país, con el ranking absoluto (ponderación de resultados de las pruebas en literatura, matemáticas y ciencia) del Informe PISA de 2009, año siguiente a las estadísticas de gasto.
En los datos sobre gasto público en educación, la OCDE incluye el total de gasto realizado por el Estado en instituciones de educación públicas y otras entidades privadas, becas y préstamos.
Como podemos observar en el gráfico, el tener un elevado gasto en educación no es garantía de éxito académico. El caso más llamativo está en el mexicano. El país norteamericano es el que más recursos públicos dedica a educación en proporción a la totalidad de su gasto público (un 20’6% del total del gasto público), y sin embargo es el segundo país de la OCDE que peores resultados obtiene en el Informe PISA, solo superado por Brasil, país que también dedica una parte considerable de su gasto público (un 17’4%) a la educación.
En el caso contrario se sitúa Japón, que a pesar de que el gasto educativo es el menor de toda la OCDE junto con el de Italia (un 9,4% del total del gasto público) se situó en la octava posición del Informe PISA en 2009. De cerca le siguen países como Finlandia, Canadá o Países Bajos.
La calidad del sistema educativo y el rendimiento de los alumnos no lo garantiza el dinero. No por gastar más o menos se conseguirá un mejor sistema educativo o un mayor rendimiento académico. La calidad y el rendimiento académico se deben trabajar desde otros aspectos que difieren mucho del económico. Diría que el problema no es cuánto gastar sino cómo gastar, y eso es en lo que fallan muchos países a la hora de elaborar sus presupuestos en materia educativa.
Mi próximo post tratará en parte sobre ello. Analizaré cuánto y cómo se destinan las becas y demás ayudas públicas a los estudiantes de educación superior en los países de la OCDE, poniendo especial énfasis en el sistema de becas del Ministerio de Educación español, y en si la propuesta lanzada al aire por el ministro Wert sobre ligar las becas al rendimiento académico es una idea acertada o no.