Esta semana el gobierno ha aprobado un Decreto Ley de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo, que contempla entre otras, el aumento de las tasas de matrícula en la Universidad, de manera que el porcentaje del coste real de que sufraga el alumno pase a ser de entre un 15% y un 25%. La subida, como se ha apuntado, representaría un incremento máximo de 540€ por matrícula.
Esto es algo que personalmente llevo esperando desde hace mucho tiempo, es más, yo defendía y sigo defendiendo un incremento todavía mayor de las tasas, pero, y ahí está el fallo de esta medida que se ha anunciado, siempre y cuando una parte considerable de lo recaudado con ese incremento se destine directamente a aumentar el presupuesto de becas. Jorge Galindo hace tiempo que lo expuso aquí.
Tenemos una de las universidades más baratas de toda la UE y de los países OECD (como se puede ver en el gráfico de arriba), demasiadas universidades, alumnos que tardan hasta 8 o 10 años en acabar la carrera y siguen pagando casi lo mismo que el alumno que acaba de empezar..
La medida era de esperar, pero se ha hecho mal, bastante mal. En España hubo el curso pasado 1.269.355 alumnos de Diplomatura/Legislatura/Grado en centros públicos o adscritos*, y 433.136** de éstos becados (por lo que están exentos de pagar matrícula), una proporción que no es mala dentro de los estándares de la OECD, como indica en el gráfico al finalizar el párrafo, pero que se puede mejorar bastante. Estas dos cifras absolutas supondrían que 836.219 estudiantes deberían pagar un máximo de 540€ más de matrícula, con lo que se podría recaudar aprox. un máximo (en el mejor de los casos) de 451,5 millones de euros con el incremento impuesto por el gobierno. El importe total de las becas concedidas en enseñanzas universitarias por parte del Ministerio y de las CCAA en el curso 2009-10 fue de 928’8 millones de euros*, por lo que el aumento máximo representaría casi un 50% del presupuesto de becas universitarias concedidas ese curso (importe que variaría ligeramente si se tratase de el curso vigente o del que viene, ya que las partidas presupuestarias prácticamente se han mantenido igual).
Con todos estos cálculos, si se destinase tan solo un 25% de lo máximo que se recaudase con esta medida a aumentar el presupuesto en becas, la partida de becas universitarias podría aumentar en un 12,5% en los próximos presupuestos. Desde luego, cifras nada desdechables.**
Por otra parte, me gustaría hacer un par apuntes sobre el tema. En España destinamos un 9,2% del gasto público en educación a becas (de todo tipo de enseñanzas), un 1,2% menos que la media de los países de la OECD, como se puede ver en el gráfico justo aquí abajo. Cifras mejorables, sí, pero el problema lo veo, también, en el color azul que aparece en las barras de muchos países, que representa los préstamos.
El pasado marzo el Ministerio de Educación suspendió la convocatoria de préstamos para estudiar másteres, que en la última convocatoria se ofrecían a intereses del 5,43%. Y esto, también es un problema que el gobierno debería tener en cuenta a la hora de reformar la enseñanza superior. A pesar de que hay entidades bancarias que ofrecen préstamos especiales dirigidos a la financiación del coste de unos estudios superiores con condiciones razonables, el Ministerio debería de ofrecer, como hacen un gran número de Estados miembros de la UE, préstamos a coste cero, es decir, sin intereses. Préstamos en los que exista una carencia (pago únicamente de intereses, no de la cuota de amortización, es decir, a devolver, del préstamo) de al menos el primer ciclo del grado (los dos primeros años) o el grado entero (4 años). Ya no digo una carencia hasta que el estudiante ya graduado encuentre un trabajo con un máximo de X años, como se hace en muchos países, ya que el problema estructural del empleo en nuestro país es lo suficientemente grande como para aventurarse a una cosa así, pero sí con esta carencia de la que hablo, y con unos plazos de devolución bastante flexibles (entre 6 y 10 años). De esta forma todos aquellos jóvenes que quisieran estudiar un grado o máster, pero que no cumplieran los requisitos para acceder a una beca, podrían hacerlo acogiéndose a una financiación bastante ‘suave’.
El tema de los préstamos en el caso de no poder beneficiarse de una beca llevaría a lo que se conoce como ‘coste oportunidad’, que puede que sea un concepto que muchos de los actuales estudiantes no han pensado, bien porque ya son becados, bien porque poseen de una renta suficiente para cubrir los costes de una educación superior, o bien porque, a la hora de elegir, descartan el acceso a la universidad por motivos principalmente económicos.
Centrándome en el tercero de los casos, para analizar el coste oportunidad he puesto dos ejemplos en la siguiente tabla.
Como vemos, el coste oportunidad representaría para el primero pagar cuotas de amortización de 52€ al mes durante 4 años. Para el segundo, 215€/mes, o 116€/mes si aumentase a 8 años el plazo de amortización. Todo esto para una familia de 3 personas, en la que entren 12.000€ anuales en casa (una renta que supondría que uno de los dos sustentadores de la familia esté en paro, sin prestación o con una muy escasa, y el otro perciba un salario bajo), con los que encajarían, dentro de los umbrales de renta por los que el Ministerio de Educación determina las ayudas, los cuales el Ministerio ha asegurado que no variarán el curso que viene, en el umbral 2.
¿Merecería la pena afrontar un gasto así? La respuesta dependería de la persona, pero yo creo que sí. En el segundo caso, el coste de financiación es similar al de un coche, y el rendimiento de la inversión, mucho más beneficioso a medio y largo plazo que el de éste o cualquier otro bien mueble o inmueble. Siguiendo el ejemplo expuesto, los costes de las cuotas de amortización del préstamo podrían suponer, exceptuando la amortización a 4 años del segundo caso, un coste similar al que representaría el gasto de mantener a esa persona en casa sin estudiar, incluso algo menos. Por todo ello pienso que el coste oportunidad es muy positivo incluso para una familia con una renta tan baja como la ejemplificada, aunque en estos casos siempre pueden aparecer externalidades negativas, como situaciones de deudas elevadas por parte de la unidad familiar, miedo a acceder a un préstamo, o la no concesión del mismo por parte de la entidad financiera. Especialmente para estas dos últimas externidades estaría justificada mi propuesta de concesión de préstamos a coste cero por parte del Ministerio de Educación.
Dos cosas que se quedan en el tintero por no alargar más el post:
Para ahorrar costes en la universidad pública, ¿por qué no dejamos entrar capital privado, a modo de convenios o incluso donaciones?, ¿por qué no igualamos la duración de los grados a 3 años, como son en el resto de la UE (Bachelor)?
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*Datos del Ministerio de Educación http://www.educacion.gob.es/horizontales/estadisticas/
**Cálculos variables, ya que en las cifras absolutas de alumnos becados que proporciona el Ministerio de Educación no se distingue de alumnos becados con Erasmus o Séneca del resto de becas.
Para el préstamo he utilizado como ejemplo un préstamo ‘crediestudios superiores’ de Caixabank, que financia la totalidad de la carrera. Aquí un simulador del mismo.
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