Hoy 9 de mayo más de 500 millones de ciudadanos celebramos nuestra fiesta nacional, el Día de Europa. Una jornada en la que es necesaria agradecer el empeño que tal día como hoy tuvo en 1950 el francés Robert Schuman, con una propuesta para una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (la llamada Declaración Schuman), embrión de lo que supone la actual Unión Europea.
61 años después el enorme proyecto continúa vivo, pero aunque se va a más, también aparecen muchas dificultades de avance en el camino. Cada día los diferentes Estados miembros de esta Unión exigen más capacidad de reacción, más eficacia, pero éstos a su vez no están dispuestos a ceder ni un ápice de su soberanía nacional.
El avance ha sido importante, en cuanto en tanto disfrutamos de una moneda única en una gran parte de los Estados de la Unión, de libertad de movimiento y residencia en cualquiera de los 27, de un Parlamento en el que día a día 736 representantes de los ciudadanos toman decisiones que nos afectan a nuestra vida diaria, e incluso desde hace bien poco, de un mercado único, de una oportunidad para que cualquier grupo de ciudadanos pueda promover iniciativas legislativas.
Pero queda mucho, muchísimo todavía por mejorar. Estaríamos engañándonos si no admitimos que el Tratado de Lisboa ha sido un ‘plan B’, una solución de urgencia al fracaso que supuso la no aprobación de la Constitución Europea. Debemos ir mucho más allá. Yo apuesto convencidamente por la idea del federalismo, tal y como proponen desde hace muchos años los jóvenes de JEF, o iniciativas más novedosas como el Spinelli Group, grupo creado por históricos como Jacques Delors, Joschka Fischer, Pat Cox o Daniel Cohn-Bendit.
Un ‘mega-estado’ que respete la soberanía nacional de los Estados miembro, pero que cada vez tienda a incorporar más competencias hoy propias de los Estados miembro, un mega-estado en el que sus ciudadanos posean una verdadera ciudadanía europea. Pero para ello es necesario mejorar muchos, muchos aspectos de lo que hoy tenemos. Pieza clave resultará el Servicio Europeo de Acción Exterior, puesto en marcha este año pasado con la Baronesa Lady Catherine Ashton a la cabeza, y que en sus primeros meses de despliegue ha dado muchos más disgustos que alegrías, a juzgar por la penosa reacción ante los inicios de las revueltas populares en Túnez y Egipto, acentuando más aún la dudosa capacidad de la Alta Representante Ashton para manejar algo tan vital e importante como es la política exterior de la UE. También resultará clave el futuro de la Unión Monetaria, que pasa por momentos más que delicados con los últimos rescates financieros a Irlanda, Grecia y Portugal; además de la política de inmigración, clave en el desarrollo y en el futuro de la Unión.
A este camino se unirán en pocos años nuestros compañeros de Croacia, Islandia, Antigua República Yugoslava de Macedonia, Montenegro, y (yo espero, deseo y apuesto firmemente por ello) Turquía. La UE crecerá y con ella aparecerán nuevos retos, pero cada 9 de mayo, todavía quedará mucho por celebrar.
!Muy interesante¡ Pero yo estoy más en la tesitura de no celebrar nada hasta que Europa no se tome en serio. Mira, aquí doy mis cinco razones para quedarse de brazos cruzados: http://www.cafebabel.es/article/37534/cinco-razones-no-celebrar-dia-europa.html